Reseña de “DRUK”, con Pablo Echarri, Juan Gil Navarro, Osqui Guzmán y Carlos Portaluppi

Druk es una adaptación teatral de “Otra Ronda”, la película galardonada con un Oscar en 2020 al mejor guión, que muestra la reunión de cuatro profesores que están atravesando la crisis de la mediana edad. Se reúnen en la casa de uno de ellos, Nicolás (Carlos Portaluppi), que cumple 50 y una vez allí les muestra un tratado del filósofo Finn Skårderud que dice que el ser humano nació con un 0.5 por ciento menos de alcohol en sangre, y que debido a eso se produce una especie de desequilibrio.

En un principio lo toman como un ensayo psico-fisiológico que van experimentando en esa dosis una apertura que les permite una especie de “liberación” y encuentran en un principio, algunos beneficios laborales y personales. Según lo que dice su anfitrión Nicolás, para poder tener una vida más musical y más amable, les propone ingerir esa cantidad de alcohol. Lo llevan en un principio con mucha “seriedad”, pero después todo cambia.

Martin (Pablo Echarri) es el capitán del grupo, él que de alguna manera fue un ejemplo a seguir, pero que en el presente está muy angustiado y en una etapa muy problemática de su vida profesional y personal. Martín, en un comienzo se niega al experimento, pero el resto del grupo lo incita a sumarse y termina aceptando.

Ahora bien… ¿qué sucede cuando en ese experimento quieren subir un peldaño? En un principio parece un juego divertido y agradable; pero subiendo la vara… ¿se convierten en cuatro borrachos o siguen manteniendo el mismo nivel de beneficios?

Hay un momento excluyente de Osqui Guzmán y su papel de profesor de música, provisto de una cantidad de alcohol que supera la media, y hace una especie de coreo cuál si fuera un pentagrama musical con la ayuda del público que desata la carcajada unánime de los espectadores.

Es espectacular la dirección de Javier Daulte y la disposición de los actores en diferentes lugares de la platea, interactuando permanentemente con el público, que se vuelven protagonistas secundarios de la puesta. Y una cuota de humor negro que ayuda a descontracturar algunos momentos muy trágicos de la historia.

Una cosa es sentarse es sentarse con un amigo a disfrutar de un buen trago dentro de una charla, pero otra muy distinta es querer resolver los problemas a través del alcohol, intentando que sus vidas sean más livianas, porque aunque logres desinhibirte y todo lo que en un principio parecen logros, terminan siendo una sentencia difícil de sobrellevar.