Todos sabemos que los microbios (virus, bacterias, hongos y otros) son responsables de causar enfermedades, epidemias y muertes. Y gracias al advenimiento del agua potable, los antibióticos, las vacunas y todas las medidas de higiene, se ha reducido considerablemente la incidencia de enfermedades infecciosas como la viruela, la tuberculosis y la hepatitis, entre muchas otras. Todo esto ha permitido que la gente viva muchos más años que hace apenas 70 u 80 años.
Se sabe también que no todos los microbios son malos. Es más, la gran mayoría pueden beneficiar nuestro organismo y muchos suelen alojarse en el intestino, conformando lo que llamamos ‘microbiota intestinal’, antes conocida como ‘flora intestinal’.
“Sin embargo, uno de los problemas de la modernidad es que no cuidamos adecuadamente al ecosistema intestinal, y ello contribuye a largo plazo a la aparición de enfermedades autoinmunes: diabetes, esclerosis múltiple, enfermedad de Crohn, obesidad y hasta el asma”, afirmó el Dr. Christian Boggio Marzet, médico pediatra y gastroenterólogo, director del simposio MicrobiotaBA.
“Estas nuevas enfermedades son las pestes modernas, y es de lo que nos morimos hoy. En gran parte se originan porque no les damos el combustible que necesitan a nuestros microbios buenos que están alojados en nuestro intestino ”, sostuvo la Dra. Marie Claire Arrieta, ,Microbióloga y Bióloga Celular de la Universidad de Calgary, Canadá.
La conformación de un microbioma saludable es un trabajo que comienza desde el nacimiento del bebé, incluso en el momento del parto. A partir de allí, los especialistas reunidos en el ‘VIII Simposio Médico Internacional sobre Microbiota y Probióticos’, desarrollan 5 tips para tener en cuenta y propiciar el desarrollo de una microbiota saludable:
1) Parto vaginal y lactancia materna
Al momento de nacer, al transitar por el canal vaginal el bebé recibe de la madre microbios buenos que se desarrollarán en su interior. En contrapartida, aquellos que nacen por cesárea incorporarán bacterias de la piel y del ambiente, que serán diferentes en la conformación de ese ecosistema. “La consecuencia es que el niño nacido por cesárea tendrá a futuro un mayor riesgo de presentar lo que se conoce como “enfermedades no comunicables”, como asma, alergias u obesidad. Por estadísticas mundiales las cesáreas no deberían superar el 10 o 15% de los nacimientos, pero en muchos países estos valores hasta se triplican”, consignó el Dr. Boggio Marzet.
En esa misma línea, a través de la lactancia materna, el bebé recibe bacterias benéficas de la madre y además de componentes específicos que la naturaleza les provee para generar una comunicación con el sistema inmunológico (de defensas) del bebé.
2) Alimentación saludable
Nos alimentamos incluso desde la niñez en base a alimentos ultraprocesados que no contribuyen a nuestra salud intestinal. Nuestro microbioma necesita de una alimentación diversificada con presencia de frutas, verduras y cereales integrales, que fueron los alimentos que acompañaron al ser humano desde su evolución, y menor cantidad de harinas, azúcares y grasas saturadas, como está tan configurada nuestra dieta actual.
“Las bacterias no están preparadas para digerir este tipo de alimentos y muchas especies mueren al no recibir aquellos altos en fibra y de cereales, lo cual explica una pérdida de biodiversidad importante en la microbiota”, reveló la Dra. Arrieta.
3) Higiene
Algunas personas abusan del uso de los productos con antibacterianos, que no hacen otra cosa que atacar todas las bacterias de nuestro organismo, tanto las malas, como las buenas. La recomendación es mantener una higiene razonable, sin exageraciones, salvo casos puntuales como individuos que estén atravesando por una determinada enfermedad o en espacios donde es importante la prevención de enfermedades infecciosas (hospitales o, escuelas durante épocas de picos virales, entre otros).
4) Reducir el uso y abuso de los antibióticos
Si bien son medicamentos que han cambiado la historia de muchas enfermedades, su uso indiscriminado promueve que los gérmenes generen resistencia y vayan perdiendo su efecto, pero además dañan el microbioma del individuo, mucho más cuando se trata de un niño.
5) Completar los esquemas de vacunación
Según cifras oficiales, cada año se reducen en nuestro país las coberturas de vacunación contra enfermedades erradicadas en nuestra región como la poliomielitis, tétanos neonatal, sarampión, rubéola y síndrome de rubéola congénita, y de otras sobre las que se están registrando aumentos de casos, como la hepatitis A, tos convulsa, difteria, tétanos y enfermedades invasivas por Haemophilus influenzae, entre otras.
“Esto es particularmente grave en un país con un calendario nacional de inmunización gratuito y obligatorio sumamente amplio. Si regresan estas enfermedades, aumentará en forma directamente proporcional el uso de antibióticos, afectando la salud de nuestra microbiota”, concluyó el Dr. Boggio Marzet.