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Cada 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer, una fecha que pone en agenda múltiples aspectos de esta enfermedad, entre ellos la importancia del rol de familiares o cuidadores del paciente y cómo impacta en ellos este diagnóstico.

En este contexto, Mariela González Salvia, médica y autora del “Manual para Familiares y Cuidadores de Pacientes con Enfermedad de Alzheimer y otras demencias”, publicado por delhospital ediciones de la Universidad Hospital Italiano de Buenos Aires (UHIBA), aborda el desafío que enfrentan los seres queridos del paciente y ofrece recomendaciones para prevenir el agotamiento del cuidador, también llamado síndrome del “segundo paciente invisible”.

La autora utiliza este término para referirse a quien se encarga en mayor medida del cuidado del enfermo y que, por esta dedicación, suele descuidar su propia salud y bienestar. Este fenómeno es habitual frente a enfermedades crónicas como el alzheimer, donde el rol del cuidador puede ser física y emocionalmente exigente. El aislamiento social, problemas de conducta asociados a la demencia del paciente, falta de estrategias de organización y problemas vinculares previos, suelen ser algunos de los factores que se relacionan a la sobrecarga de este síndrome.

“Los síntomas del ‘cuidador invisible’ o ‘del cuidador quemado’ pueden abarcar problemas para dormir, ansiedad, depresión y una alimentación inadecuada. Estos efectos adversos pueden surgir en cualquier momento durante el proceso de cuidado, no solo a largo plazo”, explica González Salvia.

Entonces, ¿cómo es posible prevenir esta situación de sobrecarga y estrés para la figura del cuidador principal? Mariela González Salvia plantea 3 consejos claves:

Buscá un equipo de apoyo:  Es importante recurrir a toda la ayuda posible para la organización de un completo plan de cuidados a largo plazo. Familiares, amigos, vecinos o incluso el encargado del edificio pueden colaborar en las tareas de cuidado diario. Sin embargo, más allá de estos grupos allegados al paciente, se puede contemplar la opción de buscar ayuda contratada o cuidadores formales, como enfermeros o acompañantes terapéuticos, siempre que esté dentro de las posibilidades económicas.

Cuidá que tu alimentación sea equilibrada: Las comidas tienen un impacto directo en la salud del cuidador, cuyo bienestar es tan valioso como el de la persona enferma. Por ejemplo, los platos ricos en proteínas como pollo, pescado, huevos, legumbres y frutos secos, proporcionan la energía necesaria para el día a día y aportan nutrientes vitales para el funcionamiento del organismo.

En este contexto, es aconsejable elaborar un plan semanal, esta organización permitirá no solo una alimentación equilibrada sino que también reducirá el número de tareas diarias para el cuidador. Si el tiempo disponible para esta planificación resulta insuficiente, también se puede optar por la compra de viandas saludables.

Realizá actividad física: No es necesario que se trate de un ejercicio de alto impacto o que se deba dedicarle mucho tiempo. Una simple caminata diaria, por ejemplo, contribuye a disminuir los niveles de cortisol, hormona del estrés, mientras al mismo tiempo fortalece al sistema cardiovascular.

En definitiva, las enfermedades crónicas afectan tanto al paciente como a sus cuidadores. Aunque numerosos factores pueden causar estrés y agotamiento, transformando a los cuidadores en el “segundo paciente invisible”, existen distintas herramientas que pueden ayudar a reducir la carga y evitar que se sienta abrumado. Por ello, González Salvia también refuerza la importancia de buscar talleres y grupos de ayuda para capacitarse en el manejo de estrategias no farmacológicas para la demencia, y pedir asesoramiento al personal de salud que atienda a sus familiares.

Para más información sobre alzheimer y consejos para familiares y cuidadores, “El Manual para familiares y cuidadores de personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias” está disponible para adquirir en la web de delhospital ediciones.