¿De dónde saco la fuerza, la valentía de avanzar en una situación?
En nuestra vida cuando las cosas se ven difíciles, de dónde sacamos las fuerzas para no abandonar.
¿De dónde proviene esa valentía?
Podemos no tener miedo, no reconocer los peligros. Podemos ser personas muy temerarias, que no piensan en las consecuencias; y no necesariamente no tener miedo es ser valiente.
Si tenemos una vida suficientemente larga vamos a tener muchas situaciones en las que vamos a requerir de valentía, en muchas situaciones en las que vamos a querer escapar…
¿Pero cómo la cultivo?
El miedo suele estar presente. Muchas de las formas de valentía es huir de nuestros propios miedos.
Muchas veces tenemos miedo y entonces queremos huir. Hay algo que nos quiere lastimar y el miedo es parte de nuestra inteligencia para identificar ese peligro.
Si observamos la neurociencia, hay distintos caminos. Uno primario: el corazón empieza a dar oxígeno, y estamos en alerta constante.
Por otro lado, nuestro cerebro identifica, que es mejor avanzar o escapar, y en ese momento nos paralizamos ¿Y ahora qué hago?.
Pero muchos miedos llegan a través de la información que recibimos.
Una vía muy común que tomamos, es el camino de la ira. El miedo identifica un peligro y la ira nos permite atacarlo y eliminarlo.
Por eso, cuando tememos, deberíamos verlo y contactarlo, para ver que hacer con esa vulnerabilidad. Sentirnos vulnerables al rechazo, a que nos etiqueten, al desprestigio, a ser criticados.
Esta es nuestra condición básica ¿Qué hacemos con esto? Hay que conectar con esa experiencia para empezar a desarrollar estrategias más eficaces que pueden llamarse “Valentía”
¿Qué haces cuándo te sentís vulnerable?
Hay que identificar esa vulnerabilidad, no para sentirnos con más miedo ni paralizarnos, sino para empezar a desarrollar estrategias a las que llamamos valentía.
El impulso primario es poner barreras. Decir por ejemplo: “Yo no soy como ella, yo no hubiera hecho esto”; y ésto es una reacción ante la vulnerabilidad, quizás nos sentimos mejor, pero no es muy eficaz, porque no eliminamos la raíz del problema.
Cuando negamos las condiciones de vulnerabilidad con otras personas, estamos creando algo que no es propicio para nuestra vida.
La valentía proviene de no pensar : “Yo no soy como ellos, o a mí no me pasaría esto”.
Cuando nos sentimos acompañados, la valentía y la fuerza para hacer algo viene más fácilmente, porque nos sentimos respaldados, que tenemos protectores.
En realidad nadie más que nosotros puede ser guardianes de nuestra mente y ser nuestro propio protector.
Todos tenemos nuestros protectores. Para algunos son los padres, que en casi todos los casos nos cuidaron; y sino contamos con ellos muchas veces es la pareja, o nuestros amigos, los abuelos, alguien sabio, alguien confiable.
Cuando tengo miedo o me siento vulnerable, de dónde saco la fuerza. Eso es valentía, no quitarnos el miedo, pero ir construyendo la capacidad de conectar con el miedo y aún así, seguir trabajando y luchando, y hacerle frente a lo que haya que afrontar.